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Generosidad y avaricia hasta en los genes

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Científicos de la Universidad Hebrea de Jerusalén están convencidos de que la generosidad y su defecto, la avaricia, están relacionadas con los genes. En una investigación realizada recientemente en el Departamento de Psicología de ese centro se llegó a la conclusión de que existe un gen que influye directamente sobre la generosidad de la gente.

Como ha indicado Ariel Knafo, psicólogo que participó en el equipo de investigadores, «la conclusión central a la que llegamos es que hay influencia genética en las diferencias en el comportamiento altruista de la gente, porque hay diferencias en el ADN de la gente, que están relacionadas a las diferencias en su modo de comportarse».

El estudio se desarrolló en una especie de juego de laboratorio donde los participantes debían decidir si compartir o no con otras personas una determinada suma de dinero que habían recibido previamente.

Richard Ebstein, el experto en genética del equipo investigador, explicó que en todos aquellos que mostraron una actitud generosa, el gen llamado «arginine vasopressin receptor IA» aparece de una forma más alargada que en el resto de las personas, lo que permite realizar una identificación positiva.

En otro ensayo efectuado con anterioridad también por Ebstein se determinó que niños con autismo tienen el gen «arginine vasopressin receptor IA» en una versión mucho más corta, lo que podría explicar la base genética de una actitud cercana a la discapacidad cuya característica fundamental es una alteración en la dinámica de comunicación con la sociedad. En los dos casos puede hablarse de una actitud alterada de comportamiento que los expertos llaman prosocial.

Richard Ebstein ha señalado asimismo que «antes se pensaba que el cerebro humano es una tabla rasa y que se podía hacer con el ser humano, a través de la educación, lo que uno quisiera. Pero hoy sabemos que los genes son importantes. En casi todo lo que estudiamos, vemos la influencia de los genes».

Por su parte, Mario Mikulincer, psicólogo de investigación, especializado en Relaciones Humanas y decano de la nueva Escuela de Psicología del Instituto Interdisciplinario Hertzlia (Israel), sostiene que se puede hablar en términos absolutos. «Hoy en día en psicología entendemos que cada conducta del ser humano es determinada por dos factores: factores genéticos y factores ambientales que influyen juntos y en forma interactiva en el comportamiento. Lo importante es descubrir el componente genético de cada conducta».

Frente a los temores que pudieran surgir, el doctor Ariel Knafo opina que, evidentemente, nadie se molestará en investigar si una persona tiene o no un gen que sea responsable de actitudes de mayor o menor generosidad, sin embargo, en casos de ciertas alteraciones, sí se puede intervenir para cambiar la situación.

Lo más complejo en psicología es encontrar cómo la base genética puede interactuar con el ambiente para crear conductas más apropiadas y personas con capacidad para adaptarse, crecer y ser más felices.

«Hoy sabemos», señala Ariel Knafo, «que parte de los problemas de aprendizaje tienen influencia genética, pero eso no quiere decir que no vamos a ayudar a un niño que los tiene, porque es genético. No decimos que al ser genético debe quedar así para siempre».

Por su parte, Mikulincer opina que «hay un tipo de apego que se llama desorganizado, por el que una persona no puede llegar a tener contacto íntimo con otra persona en forma estable. Se sabe que hay un componente genético que influye». Se si descubre temprano que un niño tiene ese componente genético, si descubre esa predisposición en los primeros dos o tres meses de vida, educando a la madre cómo tiene que comportarse con este niño puede llegar a neutralizar la predisposición al apego desorganizado.

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